Hace poco estuve buscando una empresa de alquiler de autocares y al final tuve que desistir porque todo lo que me recuperaba Internet era bastante tangencial a lo que yo quería. Necesitaba un sitio intuitivo y rápido que me devolviera datos concretos de contacto, características de la empresa, etc. No quería saber cómo eran los autobuses, ni si existía una competición de autocares en España con premios para los tres primeros clasificados. Afortunadamente un correo electrónico de mi amigo fue la salvación.
En efecto, como ya sabéis tener buenas relaciones es una manera estupenda de tomar contacto con el mundo exterior a través de las redes sociales. Dicen que para encontrar cualquier cosa lo principal es tener acceso a la información, y en mi caso la frase se cumplió a rajatabla. Un link mandado a mi mail me ofreció la solución a mis búsquedas frustradas: encuentralos.es, un buscador de empresas que es muy sencillo de utilizar y que contiene información de todo tipo y, lo que es más interesante, bastante útil.
Y es que lamentablemente no abundan en la red recursos así. Nos puede parecer que todo está en Internet, pero el problema es que está desordenado. Por eso cuando una página lo presenta todo sistematizado cobra un interés más que genuino. Y quien dice con la búsqueda de un profesional dice también con otro tipo de personas o situaciones: hoteles, campings, guarderías infantiles, etc.
Vivimos en la sociedad de lo inmediato, de la globalización, del intercambio constante de terabytes de información y aún dependemos de la suerte y de la habilidad para encontrar ciertas cosas. No somos conscientes de lo inmersos que estamos en este combate de la rapidez hasta que comenzamos a perder nuestro precioso tiempo buscando ese dato esquivo que se resiste a aparecer. Y entonces es cuando páginas como la que hemos citado cobran su interés.
Quizá pensemos que hace diez años no necesitábamos toda esta información y sobrevivíamos, pero una vez que la sociedad se ha rendido a las bondades de la conexión a la Red (incluso sin cables) no hay vuelta de hoja. Si vamos a adentrarnos en esta senda hagámoslo sin derrochar el mayor y más preciado tesoro que tenemos. Y no, no hablo de dinero, sino de nuestro tiempo.