Un paseo por la historia de los uniformes escolares

La creación de uniformes escolares no ha tenido otro motivo que el de abaratar los costes de las prendas, antiguamente bastante caras por el caché que tenían. Eran muchos los diseñadores encargados de formular los trajes perfectos para una época en la que el recato y la prudencia iban de la mano. Las niñas llevaban faldas por debajo de la rodilla, sino justamente sobre ella como delimitación, mientras que ellos alternaban pantalones cortos con pantalones largos, según su edad. Acompañaban a sus pantalones con polos lisos, normalmente blancos, que les dotaba de clase y pulcritud. Por encima, ellas llevaban una chaqueta abotonada; en cambio, ellos utilizaban una especie de jersey fino de cuello en pico, normalmente de color azul marino. Una cartera como mucho, la mochila no era famosa por aquella época.

También había casos en los que se empleaban complementos para la cabeza, como sombreros o gorros, ahora casi inexistentes. La tradición actual aún conserva esta tendencia textil a vestir de la misma manera a todos los alumnos, porque además de abaratarse los costes de los uniformes escolares, se evitan esos impulsos de envidia y despectivos propios de las distinciones entre personas. Antiguamente, los alumnos podían provenir de diferentes tipos de familia, algunas más adineradas que otras, por lo que solo buscaban aparentar y, si tenían ocasión, lo hacían sin dudar. La única diferencia que había entre los más ricos y los menos acaudalados residía en los abrigos que llevaban, y en los zapatos. Todos debían mantener un mismo estilo de zapato pero las hebillas podían cambiar. Es normal que los niños ricos quisieran aparentar su opulencia con ropas de mejor calidad, forma y color, porque hoy en día es lo mismo; pero no era la mejor manera para convivir con gente que apenas tenía nada. El contraste entre alumnos era notable, y por eso las órdenes religiosas que regentaban los centros escolares de la época tomaron la determinación de instaurar un sistema educativo con uniformes estipulados.

Según el país en que se encontraran, los diseños y características de cada vestimenta variaban; por ejemplo, no es lo mismo un uniforme de Japón que un uniforme de Chile o de América. La tendencia actual a mantener esta costumbre solo se encuentra en colegios y centros educativos conservadores, privados o religiosos. Muchos de ellos se han pasado a la modernidad, y han desistido con esta técnica, pero otros muchos se niegan a que su centro escolar se convierta en un pase de modelos, o así es como lo ven. Las adolecentes son las que más protestas muestran con respecto a este sistema. Como cualquier otra persona de su edad, y muy propio a su edad, buscan destacar de las demás, y no solo por su físico o personalidad, sino por la forma de vestir. No es lo mismo una chica que siente adoración por el estilo gótico, que otra que adora los bolsos y los pantalones de pitillo. Cada una quiere encontrar su estilo propio, y reflejarlo en su ropa, en la carcasa de su móvil, el tono de llamada de su móvil incluso, sus carpetas, sus mochilas, etc…La vuelta al cole para ellas, si están en un colegio con uniformes por obligación, no es de lo más propicia.

Deja un comentario