Los sifones se encuentran en el desagüe de lavabos, inodoros o fregaderos. Su misión principal es evitar que los malos olores procedentes de las cañerías se dispersen por la estancia y tengamos malos olores. En ocasiones, puede ocurrir que los propios sifones sean la causa de olores desagradables. En general, estos tubos tienen forma de “s”. En la parte curvada acumulan cierta cantidad de agua que actúa de barrera frente a los malos olores. Si el agua se seca o evapora, el olor de las cañerías y desagües encuentra vía libre para salir al exterior. Lo mismo ocurre cuando los residuos que se acumulan en ese punto se descomponen. Algo muy común que nos puede pasar en nuestras casas, sobre todo a la vuelta de nuestras vacaciones.
Para limpiar el sifón hay que quitar el tapón situado en la curva, y eliminar los residuos acumulados. Esta operación se debe repetir de manera periódica para evitar la descomposición de los restos allí depositados. Cuando los malos olores se deban a que el sifón se ha secado, como ocurre después de cerrar la llave de paso durante las vacaciones, será suficiente con abrir de nuevo el suministro y permitir que el agua circule. El nivel del agua en la curva debe ser, como mínimo, de cinco centímetros.
Si es necesario desmontar el sifón para limpiarlo, conviene colocar debajo un cubo o recipiente que recoja la suciedad o el agua que pueda caer. Posteriormente, se enjuaga el sifón y se vuelve a colocar. Otra posibilidad es instalar una válvula de aireación, que deje pasar el aire e impida que el sifón se vacíe.
El nivel del agua en el sifón debe ser de cinco centímetros para evitar la acumulación de suciedad en la curva del sifón, lo más adecuado es no tirar por el desagüe ningún resto de comida, pelos u otros sedimentos que pueden obstruirlo. Hay que comprobar también que las juntas están unidas de manera correcta, sin fisuras o escapes de agua, y que el tapón cierra perfectamente.
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